22/01/18 Ricard Pinet

74.- En el sentido homenaje que le hicimos a Ricard Pinet el 11 de julio del 2009 en Ripoll, hicimos un cuadernillo donde se recogían una serie de imágenes de toda una vida dedicada a la moto con diferentes intervenciones de pilotos, moto clubs, etc. pero me quedo con la dedicatoria de Jaime Alguersuari que la transcribo aquí.

Cuando Jerez estalla, o Montmeló se hunde, o el Palau Sant Jordi revienta de júbilo; cuando nuestros héroes seducen con sus victorias a los 100.000 enamorados que nos rendimos ante sus genialidades, sólo estamos viendo, aunque parezca paradoja, la parte más pequeña de la magia de la seducción. 

Detrás de estos fenómenos, detrás de estos hechos épicos, siempre hay alguien anónimo y desconocido para los asiduos de las tribunas que dio su vida, también su alma, para que esos héroes antes niños fueran un imán para millones de personas. Nuestro héroe anónimo, eslabón necesario para entender los últimos 50 años del motociclismo catalán y español, se llama Ricardo Pinet, y hoy, le rendimos homenaje. Nadie, os lo aseguro, ha visto amanecer más veces que él, y nadie, os lo aseguro, se rindió al sueño más tarde que él. 

Dirigió tal cantidad de carreras, que en horas acumuladas podríamos ir a la luna y volver. 

Cronometró tantas salidas y llegadas, que la arena de una playa no alcanzaría para superar su reloj. 

Fue, y es, amigo de todos, incluso médico, terapeuta, psicólogo, y siempre, siempre, jocoso bromista capaz de convertir en sonrisa la más tensa situación. 

Ricardo Pinet se escribe en plural, él y ella, Ricardo y Vera. 

Han pasado a la historia los míticos nombres de Don Paco Bultó, de Rabassa; Permanyer, los Giró, los Sanglas; ellos construyeron motocicletas y fueron el núcleo duro de nuestra historia. 

Ricardo Pinet hizo que la motocicleta se convirtiera en la dulce obsesión del fin de semana; cientos de miles de aficionados a los que él dirigió, cronometró y divirtió. 

Ricardo Pinet se convirtió hoy en historia, y yo, su amigo del alma, aprendiz permanente de su quehacer, lo certifico. 

¡Felicidades, Ricardo y Vera! 

Jaime Alguersuari